Todos, alguna vez hemos aguantado el chaparrón y hemos sufrido agotamiento psicológico.
¿Para qué? para demostrarle a los demás que podemos con todo, que podemos seguir hacia adelante aunque nuestra mochila esté llena de piedras.
Seguimos caminando hasta que un día nos damos cuenta, que hemos perdido el norte, no podemos más, ya no somos la misma persona y hemos dejado de lado cosas que para nosotros eran importantes.
Y todo porque nos hemos dejado llevar por la inercia de las tareas (demasiadas preocupaciones, responsabilidades, obligaciones, demasiado trabajo y finalmente demasiada ansiedad).
Esto produce que finalmente desenfoquemos aquello que realmente era importante para nosotros y que nos hacía sentir bien (relajarnos con la familia, pareja y amigos, hacer aquellas actividades que tanto nos gustaban)
Estas actividades nos proporcionaban energía para seguir en el camino, desconectando el piloto automático .
Este desgaste no solo tiene efectos a nivel corporal, sino también a nivel psicológico, pues estamos conectados cuerpo – mente y esto se refleja en una percepción más negativa de la realidad.
De esto proviene la frase popular de: todo depende de cómo veas el vaso “medio lleno” o “medio vacío”
El problema es, ¿cuánto tiempo podrías soportar en alto un vaso medio vacío?
A veces es necesario soltar el vaso, desconectar, respirar profundamente y sólo entonces seguir.
Para ello, desde el servicio de Psicología de Clínica Atlas te ofrezco las señales de alarma para identificar si puedes estar sufriendo agotamiento psicológico
- Agotamiento y sensación de pérdida de energía para hacer frente a las tareas diarias.
- Fallos de memoria. El agotamiento psicológico suele producir una alteración cognitiva llamada “efecto de desinformación”, donde confundimos datos, mezclamos situaciones y todo porque queremos atender a tantas cosas a la vez que es prácticamente imposible.
- Insomnio: Experimentas súbitos despertares por la noche o tienes dificultades para conciliar el sueño con las preocupaciones/ obligaciones diarias, e incluso duermes pero te despiertas como si no hubieses descansado.
- Aumento o pérdida del apetito.
- Irritabilidad, apatía, pesimismo, sensación de descontrol…
- Excesiva autoexigencia y perfeccionismo en todos los ámbitos.
Cada vez nuestra sociedad exige más y más de nosotros, pero debemos tener claro que para poder hacer frente a todas esas demandas externas necesitamos tiempo de calidad, de descanso, de calma y de ocio.
“Aprendamos a priorizarnos, aprendamos a cuidarnos como merecemos, si no lo hacemos nosotros nadie más lo hará por nosotros”
Alicia García Cebrián. Psicóloga.