Empatía y respeto por nosotros mismos.
La mayoría de personas saben qué significa eso de EMPATÍA, y por tanto, la importancia que tiene ponerse en el lugar de la otra persona para comprenderla. Pero mi pregunta es: ¿Nos escuchamos a nosotros mismos para saber qué necesidades o sentimientos tenemos en cada momento o por qué hemos actuado de una determinada manera?
Autoempatía
Esto es lo que se llama AUTOEMPATÍA. Este concepto implica conocernos a nosotros mismos, es decir, conocer nuestras fortalezas y aceptar nuestras debilidades para así practicar la paciencia, la tolerancia y la aceptación con nosotros mismos.
El lenguaje que solemos tener hacia nosotros mismos, no está guiado por el respeto y la autocompasión, sino todo lo contrario. Suele estar dirigido por mensajes de autocrítica, que para nada nos ayudan en situaciones de vulnerabilidad.
Todos tenemos algo de nosotros mismos que no nos gusta, algo que hace que nos sintamos inseguros/as en algún aspecto, ya que todos somos imperfectos. Por ello, la autocrítica constructiva en su justa medida, nos puede servir para mejorar o aprender de los errores cometidos en el pasado.
Pero el problema comienza cuando el diálogo interno que tenemos con nosotros mismos habitualmente es demasiado exigente, duro o incluso despectivo, en ese momento la autocrítica se convierte en una autocrítica destructiva, paralizándonos e incluso provocando en ocasiones el rechazo de nosotros mismos.
En este último caso, la percepción propia que tenemos está sesgada, es decir, es mucho más crítica de lo que sería si eso mismo le ocurriese a otra persona.
Empieza ahora · Respeto
Por ello, es imprescindible que comiences a utilizar un lenguaje más amable, respetuoso y compasivo contigo mismo, en lugar de culpabilizarte y lamentarte, atendiéndote y conectando así con tus propias emociones y sensaciones, las cuales te permitirán conocer qué es lo que necesitas en cada momento o por qué hemos actuado de una determinada manera.
¡Este verano es un buen momento para comenzar a practicar el amor propio!
Recuerda: “Tu peor enemigo no puede dañarte tanto como tus propios pensamientos. Ni tus padres, ni tu pareja, ni tus amigos más queridos pueden ayudarte tanto como tu propia mente”. Alicia García Cebrián, psicóloga Clínica Atlas Albacete