La importancia del gateo en los niños – Clínicas Atlas

Últimamente, llegan a la consulta padres preocupados porque sus niños presentan escasas habilidades motoras. Dependiendo de la edad del niño, este déficit en el desarrollo motor puede ser más o menos notorio, pero lo cierto es que cada vez hay más niños “torpes”.

Una vez indagas en la historia del niño, desde su vida embrionaria hasta la actualidad, me llama la atención un patrón que se repite. El miedo de los padres a dejar que el niño se mueva y explore por sí mismo, la superprotección y la falta de estimulación en todas las áreas del desarrollo.

Intentando encontrar un «por qué», me encuentro con que la mayoría de estos niños se ha saltado un hito motor esencial, el gateo.

¿Cuándo tiene que gatear un niño?

Cierto es, que para caminar hay que pasar de la posición horizontal a la vertical y que, a diferencia de otros mamíferos, nuestra musculatura no está preparada para ello desde el nacimiento, hay que “entrenar” (esto no significa que tengamos que convertirlo en una competición por ver qué niño camina primero). La diferencia fundamental entre los primeros meses de vida, donde el bebé pasa el día tumbado, a caminar, es el gateo.

La ventaja fundamental de que el niño gatee es que éste es el primer paso para la marcha autónoma, la libertad de desplazarse con independencia. Pero hay otras muchas ventajas que pasan desapercibidas, y que no son menos importantes:

  1. Para gatear se requiere una conexión entre ambos hemisferios cerebrales y con ello, se crean rutas de información cruciales para la maduración de las funciones cognitivas.
  2. El gateo desarrolla el patrón cruzado, entre el eje de las caderas y el del los hombros. Este patrón hace posible, como función neurológica, el desplazamiento corporal en equilibrio del cuerpo humano.
  3. Al gatear se tonifican adecuadamente los músculos que más adelante permitirán que el niño mantenga la columna perfectamente alineada cuando esté preparado para ponerse de pie.
  4. El gateo desarrolla el sistema vestibular y el sistema propioceptivo. Ambos sistemas controlan el equilibrio y la capacidad de saber en qué posición se encuentra cada parte del cuerpo en cada momento.
  5. La posición de gateo permite el enfoque de la vista. Al mirar al suelo para colocar la mano o la rodilla convenientemente, el niño enfoca los dos ojos en un mismo punto a corta distancia. Éste es un estupendo ejercicio muscular para los ojos y es tal su importancia que, según los últimos estudios en el campo de los optometristas, casi todos los niños con estrabismo no gatearon lo suficiente de pequeños.
  6. Al presentar las palmas de las manos en la zona de apoyo, el niño siente la tactilidad de la superficie. Esto tiene muchas ventajas en cuanto a la motricidad fina, que luego influirá en tareas tan importantes como la escritura. Además, al masajear la palma de la mano, ésta envía información al cerebro de dónde está y de las diferentes sensaciones y texturas que siente.
  7. Al gatear, el niño apoya su peso en las palmas de las manos y soporta esa tensión en las articulaciones de las muñecas, de los hombros, de la columna vertebral, de los fémures y de las caderas. Así percibe la oposición de la gravedad y aprende a manejarse con ella.
  8. El desplazarse gateando, ayuda a medir el mundo que le rodea y el niño se adapta al medio. La distancia que hay entre los ojos y la palma de la mano al gatear es una medida fundamental: la braza, presente en todas las civilizaciones. Con esa nueva medida corporal, el niño mide el mundo circundante (por eso cuando de mayor volvemos a un lugar de la infancia lo percibimos más pequeño de lo que era, porque entonces la propia medida de la braza era menor).
  9. Ayuda a establecer la futura lateralización del cerebro (cuando uno de los hemisferios se convierte en dominante y el otro en servidor para no tener que operar ambos a la vez).
  10. Mediante el gateo se va desarrollando la coordinación cerebral ojo-mano. Cuando el niño gatea, se establece entre ambos una distancia similar a la que más adelante habrá entre ojo y mano a la hora de leer y escribir.

Es importante recordar, que el desarrollo de los niños es algo gradual, y que cada pequeño movimiento, al principio reflejo, es un preámbulo de movimientos más complejos, que se irán consiguiendo poco a poco. Por ello es tan importante no saltarse ningún hito motor. Muchas patologías de las que se dan en la infancia, aparecen por no seguir el desarrollo normal del niño (falta de equilibrio, torpeza motriz, problemas de visión, dislexia, entre otras).

En resumen, el mejor medio para el normal desarrollo de tu bebé es el suelo, en una mantita de actividades, donde pueda tocar texturas, desplazarse y explorar. No lo fuerces a andar antes de tiempo, es preferible que gatee y sea él solito el que decida ponerse de pie y caminar. ¡Tu hijo y tus lumbares lo agradecerán!

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